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Fue el presidente Abraham Lincoln quien firmó la Ley de la Pacific Railroad que autorizaba la construcción de la primera línea de ferrocarril transcontinental de Estados Unidos y del mundo, una línea que unía las ciudades de Omaha con Sacramento.
MIentras la primera pertenecía a la red de ferrocarriles del Este de los Estados Unidos, la segunda pertenecía a California, en el lado del Pacífico.
Aquél fue un evento histórico que más de una vez hemos podido ver en diferentes películas.
Fue una loca carrera por conseguir el mayor número de kilómetros de vía férrea por las dos compañías implicadas en su construcción, la Union Pacific, que con sus 10.000 obreros, la mayoría de ellos irlandeses, partía desde la ciudad de Omaha en diciembre de 1865, y la Central Pacific, que con 12.000 trabajadores, mayormente chinos, lo hacía desde Sacramento en enero de 1863.
El resultado fue que la Central Pacific construyó 1.110 kms. de vías, atravesando California y Nevada, mientras que la Union Pacific construyó 1.749 kms. de vías férreas, atravesando el río Missouri, y pasando por Nebraska, Colorado y Utah.
Aún así, la competencia fue brutal y en muchísimas ocasiones desleal, con continuos sabotajes y desviación de las líneas para ocupar la mayor parte de terreno posible y así reclamar mayores subvenciones del Gobierno.
Finalmente, éste tuvo que tomar cartas en el asunto y ponerles a ambas investigadores y peritos que estudiaban y guardaban de la correcta construcción de las vías férreas día a día. Además, el Gobierno estableció exactamente cuál sería el punto de unión de ambas vías.
Al fin el encuentro se produjo.
Fue el 10 de mayo de 1869. El día que se ha conocido desde entonces como el Golden Spike (el clavo de oro). Habían pasado 6 años desde que se pusiera el primer remache, y aquel día en Promontory Point, en Utah, ambas líneas se encontraron.
Siguiendo la ceremonia habitual en aquellos casos, el presidente Grant, junto con Stanford, se dispuso a colocar el último clavo, que sería de oro. Además, aquella ceremonia se convirtió en todo un fenómeno de masas puesto que dentro de los medios de que se disponía en aquella época, se retransmitió vía telégrafo a todo el país. Para ello, se unieron el martillo y el clavo a un cable de telégrafo de modo que cada golpe que se daba era transmitido para los oídos de todos los estadounidenses.
Hasta aquel día, atravesar el país de una costa a la otra requería de casi 6 meses de viaje.
Desde aquel día, gracias a aquella línea de ferrocarril transcontinental, se pudo atravesar de Este a Oeste en poco más de una semana.
Las palabras del presidente Grant al golpear aquel clavo e inaugurar el primer ferrocarril transcontinental fueron :
“Ojalá siga Dios manteniendo unido a nuestro país como este ferrocarril une los dos grandes océanos del globo "
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1 comentarios
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muy bien
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