Guerrilleros antifranquista




Inicios

Los orígenes del maquis en España hay que situarlos en los contingentes humanos que, frente al avance de las tropas franquistas, van echándose al monte. Esto es, dada la inseguridad creada por la represión de los sublevados, son muchas las personas implicadas en movimientos políticos de izquierdas que deciden no entregarse, pasando a convertirse en lo que se dio en llamar huidos. Estas gentes, en ocasiones simples simpatizantes, se escondieron mayoritariamente en sus casas o casas de familiares, siendo en un principio una minoría la de los que buscaron refugio en las montañas. A estos primeros huidos se fueron añadiendo desertores y evadidos de penales y campos de concentración. Estos grupos dispersos fueron el germen de las posteriores agrupaciones guerrilleras.

El carácter político de las guerrillas fue tan plural como lo había sido el bloque republicano en el transcurso de la contienda, con presencia importante de comunistas, socialistas y anarquistas. Sin embargo, por diversas causas, entre ellas el empeño del PCE hasta 1948, el predominio comunista fue ganando peso en relación a las demás corrientes.

El XIV Cuerpo de Ejército
En el bando republicano pronto se toma conciencia de las posibilidades que ofrece una guerra de guerrillas en la retaguardia enemiga. La idea fructifica en la creación, a iniciativa de Juan Negrín, a la sazón jefe del gobierno y ministro de defensa, del XIV Cuerpo de Ejército Guerrillero en octubre de 1937. Este nombre era el utilizado para el ejército republicano vasco hasta el desmoronamiento del frente del norte.

Los objetivos de este cuerpo a corto plazo eran la interrupción de las comunicaciones y suministros tras las líneas enemigas y la realización de operaciones especiales. A largo plazo, se contemplaba la continuación de la guerra contra el franquismo en caso de derrota en los frentes convencionales.

Al final de la guerra, había actuado en los frentes de Teruel, Andalucía, Extremadura y Toledo. La acción puntual de mayor envergadura fue la liberación, el 23 de mayo de 1938, de 300 prisioneros políticos asturianos en Fuerte Carchuna (Granada). A lo largo de 1938 y 1939 aglutinó a muchos de los huidos en Andalucía y Extremadura; sin embargo, no lo consiguió en las zonas donde los contingentes eran mayores, esto es, León, Asturias, Galicia y Cantabria. La derrota republicana conllevó la desaparición del cuerpo.

La retirada: los campos franceses
Cientos de miles de soldados republicanos y población civil pasaron la frontera francesa ante el avance franquista en Cataluña. Una vez al otro lado, fueron recluidos en campos de concentración por las autoridades galas. En total había 22 campos en Francia: Barcarès, Agde, Saint-Cyprien, Argelès-sur-Mer, Berk Plage, Montpellier Chapallete, Fort Mahon Plage, Tour de Carol, Septfonds, Baste-les-Foages, Bram, Haros, Gurs, Vernet d'Ariège, Rivesaltes, el castillo templario de Cotlliure utilizado como prisión, Rieucros y, en el norte de África, Camp Morand, Meridja, Djelfa, Hadjerat-OM'Guil y Ain-el-Curak. En estos campos comienzan a reorganizarse las fuerzas políticas antifranquistas.

En el campo de Argelès-sur-Mer tienen lugar una serie de reuniones, en las que participan el Partido Comunista de España (PCE) y las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), que culminan en octubre de 1940 con la decisión de organizar la acción antifascista en la Francia no ocupada, junto con los franceses, contra los ocupantes y el gobierno títere de Vichy. Es el comienzo de la participación española a gran escala en la lucha contra la ocupación.

La Resistencia

El 11 de octubre de 1940 el gobierno de Vichy pone en marcha las Compañías de Trabajadores Extranjeros (CTE), que permitieron la salida de los campos a los prisioneros con destino a las fábricas, respondiendo a las necesidades económicas del momento. Esto aumentó las posibilidades de fuga. Poco después se instaura el Servicio de Trabajo Obligatorio (STO) para los franceses, con similares objetivos: proporcionar mano de obra a las fábricas de armamento y también a las obras de fortificación del Muro Atlántico.

Comienzan a organizarse en las montañas campamentos de jóvenes que huyen del STO. A estos mismos emplazamientos confluyen los españoles escapados de las CTE's, engrosando las filas de la Resistencia. Ésta no se conformará a partir de los despojos del derrotado ejército francés, sino que, por el contrario, tendrá un carácter civil antes que militar. Es en éste momento cuando se empieza a utilizar la palabra maquis para referirse a los campamentos, en tanto que para sus ocupantes se utilizará maquisards.

La formación de la AGE

Los refugiados españoles se integraron en algunos de los diferentes movimientos que componían la Resistencia, aunque también crearon unidades autónomas. En abril de 1942 se celebra una reunión entre diversos grupos de combate hispanos, que deciden coordinarse adoptando el nombre de XIV Cuerpo del Ejército de Guerrilleros Españoles, del que se consideran sucesores.

En mayo de 1944 el XIV Cuerpo se reconvierte en la Agrupación de Guerrilleros Españoles (AGE), en la que estaban encuadrados la mayor parte de los combatientes españoles en suelo francés. Esto conlleva la desvinculación de los FTP (Franco-Tiradores y Partisanos), el brazo armado del comunista Frente Nacional francés, con quienes se había colaborado estrechamente. Hasta esa fecha, los resistentes españoles habían participado en numerosas acciones armadas contra el invasor nazi, llegando incluso a liberar varias poblaciones del sur de Francia.

Las cifras de combatientes españoles en las filas de la Resistencia varían mucho según las fuentes, pero en general se acepta 10.000 como cifra cercana a la realidad. A partir de este momento, con la guerra ya encauzada en Francia, los resistentes españoles vuelven la vista hacia el sur de los Pirineos.

La Federación de Guerrillas de León-Galicia

Artículo principal: Federación de Guerrillas de León-Galicia

Mientras en Francia los exiliados se organizaban para combatir al nazismo, en España se fueron articulando grupos guerrilleros conformados prácticamente en exclusiva por huidos. El más importante de estos grupos fue la Federación de Guerrillas de León-Galicia, que más tarde los comunistas tomarían como ejemplo para poner en marcha las Agrupaciones Guerrilleras. Esta organización nació oficialmente en la primavera de 1942, año en que se celebra su congreso fundacional en los montes de Ferradillo (Montes Aquilanos), cerca de Ponferrada. De carácter expresamente pluralista, integraba en sus filas a socialistas, cenetistas, anarquistas, ugetistas, comunistas y combatientes sin militancia definida. Una de las normas establecidas desde su formación fue la prohibición del proselitismo, a fin de mantener la armonía entre las diversas tendencias políticas.
Las montañas asturianas, uno de los escenarios de actuación de la Federación de Guerrillas León-Galicia.

A lo largo de 1943 la Federación resultaría bastante castigada en los diversos enfrentamientos que mantuvo con fuerzas de la Guardia Civil, la Policía Armada y el Ejército. El 1 de abril editaron el primer número de El Guerrillero, órgano de expresión de la Federación que alcanzaría en ediciones posteriores una tirada de trescientos ejemplares, imprimidos clandestinamente en Santalla del Bierzo (El Bierzo-Leon). Hasta este año, en que nace el Comité de Milicias Antifascistas de Asturias, era la única organización guerrillera en toda España. En el resto del país la actividad guerrillera la protagonizaban partidas de menor entidad organizativa. A partir de 1944 la creciente influencia comunista imprimiría un giro a la marcha de la Federación, orientándola hacia actividades de cáracter más ofensivo. En 1945 se transformará en la IV Agrupación Guerrillera.

Su actividad estuvo presente en los montes de León, oriente de las provincias gallegas, zona de El Bierzo y la Sanabria zamorana. Famosos guerrilleros fueron Manuel Girón y el anarquista Marcelino de la Parra.

La invasión del valle de Arán
Artículo principal: Invasión del Valle de Arán

La operación más espectacular del maquis español es la entrada en España de entre 4000 y 7000 guerrilleros por el Valle de Arán y otras zonas del Pirineo, bien equipados y con armamento pesado, el 19 de octubre de 1944, cuando la Wehrmacht ya había sido desalojada del sur de Francia. Fue denominada Operación Reconquista de España.

La operación Reconquista de España fue planeada por el Estado Mayor de la AGE. Para efectuar la invasión se creó la División 204ª, formada por 12 brigadas. Como responsable militar de la misma se nombró a Vicente López Tovar.

El objetivo de esta ofensiva era la conquista del sector de territorio español comprendido entre los ríos Cinca y Segre y la frontera francesa. Posteriormente se declararía la zona conquistada bajo el gobierno de la República, por entonces en el exilio, para provocar un levantamiento general en toda España contra Franco. Hipotéticamente, ello obligaría a intervenir a los aliados para "liberar" España al igual que estaban "liberando" el resto de Europa.
El valle de Hecho fue una de las vías de penetración desde Francia durante la Operación Reconquista de España en 1944.

El ataque principal por el valle de Arán se vio complementado por operaciones de distracción en otros valles pirenaicos durante las semanas previas, con objeto de distraer fuerzas enemigas. Además debían evaluar la situación en el interior y contactar con grupos de huidos. Los puntos más importantes de penetración a lo largo de la cadena montañosa fueron Roncesvalles, Roncal, Hecho, Canfranc, Arán, Andorra y Cerdaña, si bien hubo operaciones menores en otros puntos.

Las ofensivas fueron repelidas por un gran número de efectivos que el gobierno de Franco trasladó a la zona, compuesto por guardias civiles, policía armada y batallones del ejército de toda la región militar.

El ejército guerrillero logró conquistar varios pueblos y aldeas, alzando la bandera republicana, llevando a cabo mítines antifranquistas en las plazas y controlando durante días parte de la frontera por donde entraron camiones con material y refuerzos. Sin embargo fracasó en la toma de Viella, principal objetivo de la operación, y finalmente, desbordados por la desventaja numérica y material, comenzaron la retirada. El repliegue concluyó el 28 de octubre, cuando los últimos combatientes repasaron la frontera, sin haber llegado a ver el esperado levantamiento.

Las Agrupaciones Guerrilleras

Pese al descalabro de Arán en 1944, la moral del exilio español no decayó, dado que todo aún parecía posible en un contexto internacional de derrumbe generalizado del fascismo. A lo largo y ancho de la geografía española se produce un significativo incremento en la actividad guerrillera, propiciado por la incorporación de nuevos contingentes a través de la frontera y la reorganización de las partidas, que adquieren estructuras más militarizadas.

El PCE, desde el exilio, promovió la creación de las Agrupaciones Guerrilleras, en diversas zonas geográficas, coordinando las acciones entre ellas. Tomó como modelo la Federación de Guerrillas de León-Galicia, primera organización guerrillera de la posguerra, ya operativa desde los primeros años. La más activa fue la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA), que actuó en la zona comprendida entre el sur de Teruel, interior de Castellón y el norte de Cuenca.

En 1948 el PCE cambia de estrategia y, a instancias de Stalin,[6] renuncia a la lucha guerrillera. Ello supone el declive de las agrupaciones, ya muy castigadas por la represión. Las Agrupaciones Guerrilleras pasan a denominarse Comités de Resistencia. La nueva orientación, sin embargo, no se hace efectiva sobre el terreno y, finalmente, la evacuación general es decretada en 1952.

El final de los últimos maquis

El declive y desaparición del maquis español se debió a diversos factores. Por un lado, el devenir del contexto internacional, que conforme viraba hacia la Guerra Fría fue haciendo evidente que no se podía contar con la intervención extranjera en la lucha contra la dictadura. En este contexto se produce el cambio de estrategia del PCE, que abandona la vía guerrillera, suspendiendo el apoyo a las partidas. Desde entonces las organizaciones anarquistas concentraron el máximo número de guerrilleros e infraestructura.

Por otro, la acción de las fuerzas franquistas fue generando un enorme desgaste en la población de las zonas guerrilleras. Las diferentes tácticas represivas iban desde las batidas a la utilización de "contrapartidas" guerrilleras para desenmascarar a los enlaces o la tierra quemada que pusieron en práctica en el Maestrazgo. La guardia civil desalojó amplias zonas de montaña donde encontraban apoyo, intentando con la evacuación de la población privar a la guerrilla de su sustento. El uso de la tortura fue una práctica habitual en los interrogatorios.

El bloqueo informativo fue total. Por esta razón fuera de las áreas afectadas prácticamente se desconocían las actividades del maquis. En las escasas ocasiones en que aparecieron noticias en la prensa, éstas siempre se refirieron a los guerrilleros con el nombre de bandoleros, a fin de despojar sus acciones de sentido político.

Poco a poco los guerrilleros se fueron quedando solos. En los últimos años se produjeron intentos de pasar a Francia para escapar del cerco. Las detenciones se sucedieron en estos últimos tiempos. Muchos guerrilleros y colaboradores fueron juzgados sumariamente y fusilados o encarcelados. Otros murieron a manos de la guardia civil en aplicación de la Ley de fugas.

Aunque el periodo de mayor actividad guerrillera comprende desde 1938 hasta comienzos de la década de los 50, algunas partidas continúan en pie de guerra, cada vez más acorralados. El final lo marcan las muertes a balazos del militante de la CNT Quico Sabaté en el 60; Ramón Vila, Caracremada, en el 63, ambos en Cataluña, y José Castro Veiga, Piloto, en Galicia en marzo del 65.

Los escenarios

Los maquis se movían principalmente por zonas montañosas de toda la península, preferenciando las zonas boscosas o provistas de vegetación densa que proporcionara cobijo. Otro factor importante en la localización de las partidas y su supervivencia fue el aspecto social. Se tendió a elegir áreas donde se pudo contar con la colaboración de, al menos, una parte de la población, dado que sin el apoyo de ésta difícilmente podría sostenerse un grupo guerrillero. A veces la presencia de partidas en determinadas zonas se debió simplemente a la reagrupación en los montes más cercanos de contingentes de huidos de las poblaciones locales.

En las zonas de clima más adverso, como por ejemplo las montañas de León, fue relativamente frecuente que los maquis pasaran periodos de tiempo más o menos largos escondidos, en pequeños grupos, en casas de apoyos dentro de los pueblos, especialmente durante los meses invernales.

Entre las grandes zonas de máxima actividad guerrillera destacan la cornisa cantábrica, desde Galicia hasta Cantabria, con especial incidencia en las montañas de Asturias y norte de León y de Palencia; el Levante, concretamente el área comprendida entre las provincias de Teruel, Castellón, Valencia y Cuenca; Centro, que englobaría Extremadura, norte de Córdoba, Ciudad Real, Toledo, Ávila y montañas del Sistema Central; y sur de Andalucía, comprendiendo dos zonas independientes, Cádiz por un lado y Granada-Málaga por otro. Además hubo actividad también en otras áreas de menor extensión, como en La Mancha, en el Alto Aragón o en la zona del Bages y el Berguedá en Cataluña.

En las ciudades también actuaron grupos de resistentes armados. Los guerrilleros actuaron en varias localidades catalanas y en Barcelona , donde la amplitud de la lucha armada fue más destacada, fueron mayoritariamente anarquistas. Esta ciudad constituyó el último de los escenarios urbanos del maquis, donde tenía un respaldo social amplio actuando bajo los acuerdos de la clandestina Confederación Nacional del Trabajo y la sección de Defensa Interior. En Madrid la guerrilla urbana tuvo un carácter predominantemente comunista, apoyada por el PCE. Su vida fue efímera. Otras capitales donde también hubo actividad guerrillera fueron León, Granada, Valencia y Bilbao.

El carácter generalmente rural y aislado de las localizaciones de la actividad guerrillera, si bien favorecía el desarrollo de la misma, supuso un notable obstáculo para la consecución de sus objetivos. En efecto, dado el bloqueo informativo, tan sólo los escasos -en términos relativos- y dispersos habitantes locales fueron conocedores del conflicto. A la mayor parte de la población española se la mantuvo en la ignorancia en relación a la guerra de los montes.
Category: 0 comentarios

0 comentarios:

Publicar un comentario