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La Batalla de Montecassino (también conocida como la Batalla por Roma y la Batalla por Cassino) fue una serie de cuatro duras batallas durante la Segunda Guerra Mundial, peleadas por los Aliados con la intención de atravesar la Línea Gustav, y tomar Roma.
A comienzos de 1944 la parte oeste de la Línea Gustav, cuyo pivote principal se situaba en las escarpadas pendientes de Monte Cassino, estaba sostenida por los alemanes que tenían posiciones en los valles de los ríos Rápido, Liri y Garigliano y algunos picos y peñascos cercanos, aunque no en la histórica Abadía de Montecassino, fundada en el año 524 por San Benito, aunque sí contaban con posiciones de defensa en las escarpadas pendientes por debajo de las paredes de la abadía. El 15 de febrero el monasterio, que estaba emplazado sobre un morro que avanzaba hacia el pueblo de Cassino, fue bombardeado por aviones americanos B-17, B-25, y B-26, resultando completamente destruido, aunque casi todos los códices y manuscritos de un valor incalculable y obras de arte habían sido enviados por los alemanes al Vaticano y pudo salvarse lo sustancial. Dos días después del bombardeo, paracaidistas alemanes se atrincheraron entre las ruinas para defenderlas. Entre el 17 de enero al 18 de mayo, la colina fue atacada cuatro veces por las tropas aliadas. Estas acciones ocasionaron la muerte de 54.000 soldados aliados y 20.000 soldados alemanes.
Antecedentes.
Los desembarcos aliados en Salerno y Tarento en septiembre de 1943, continuaron con el lógico avance hacia Roma. Sin embargo, el avance fue lento, por lo que esta campaña se asemejó a los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial Esto ocurrió debido al difícil terreno de la península Itálica, ideal para que los alemanes se atrincheraran en sus defensas.
Los principales caminos desde Nápoles, el cuartel general aliado, hasta Roma pasaban a través del valle del río Liri o por la costa oeste de Italia. Sin embargo, la entrada del valle estaba bloqueada por una colina, en cuyo centro se alzaba el pueblo de Cassino. El punto más alto de la colina (1.100 metros) fue elegido por los alemanes para detectar cualquier movimiento aliado, así como dirigir la artillería contra ellos con precisión. Precisamente en ese punto se encontraba la abadía de Montecassino. Después de la guerra los alemanes negaron rotundamente haber utilizado el monasterio como fortaleza, si bien algunas unidades aliadas declararon lo contrario. Lo cierto es que durante la batalla el monasterio fue destruido, y entonces los alemanes sí utilizaron las ruinas del edificio para resguardarse.
Ataques iniciales.
El primer ataque se inició el 4 de enero de 1944, con resultados adversos para las tropas aliadas. El 15 de febrero los bombarderos aliados destruyeron el monasterio e iniciaron el segundo ataque con el mismo resultado. Después de bombardear de nuevo lo que quedaba del edificio religioso, la infantería aliada reinició el ataque el 15 de marzo. El 25 de marzo los aliados reconocieron su momentánea derrota y desistieron. Las bajas aliadas totales fueron de 54.000 hombres, sin resultados positivos.
La decisión de bombardear el monasterio fue tomada por el comandante neozelandés Bernard Freyberg, obteniendo la conformidad de sus superiores. El 15 de febrero de 1944 los B-17 arrojaron 2.500 toneladas de bombas sobre el monasterio arrasándolo. Inmediatamente los alemanes utilizaron los escombros para fortificar su línea defensiva. Antes del bombardeo, la irreemplazable biblioteca de la monasterio junto con otros tesoros artísticos fueron enviados al Vaticano por los alemanes y sobrevivieron a la batalla.
Impacientes por alcanzar Roma, los aliados organizaron un desembarco en Anzio y Nettuno, al sur de la capital, intentando dejar a sus espaldas a Montecassino. Sin embargo la resistencia que encontraron fue mayor de la esperada, y las tropas aliadas quedaron atrapadas en una bolsa, resistiendo la presión alemana en un episodio que luego se conoció como la Batalla de Anzio.
Cuarto ataque.
El último ataque contra Montecassino fue llevado a cabo por el Segundo Cuerpo polaco del general Anders y la Cuarta División india. Un miembro de esta última división recibió la «Victoria Cross», por su ayuda en capturar la artillería enemiga.
El primer asalto (11 de mayo al 12 de mayo) causó enormes bajas aliadas, pero el Octavo Ejército británico logró atravesar las líneas enemigas, logrando alcanzar el valle del Liri, justo debajo del monasterio.
El segundo asalto (17 de mayo - 19 de mayo) causó enormes bajas en las filas polacas, pero la Cuarta División marroquí logró empujar a la 1ª División de Paracaidistas alemanes fuera de sus posiciones en las colinas, que rindieron las ruinas del monasterio. En la mañana del 18 de mayo, la vanguardia polaca ocupó el monasterio, que ya había sido abandonado.
La captura de Montecassino permitió el avance aliado a Roma y liberó a las tropas atrapadas en Anzio, la capital italiana cayó el 4 de junio de 1944.
El gobierno polaco en exilio creó una condecoración llamada Cruz de Montecassino para premiar a los soldados que participaron en esta campaña, además un cementerio polaco fue construido al noreste del monasterio.
En 1943 cuando el Mando Aliado decidió atacar la Línea Gustav alemana para abrirse camino hacia el norte de la península Italiana, hacia Roma. Para obligar a los defensores de la Línea a abandonar sus posiciones, se planeó un desembarco detrás de dichas posiciones, en Anzio. Los generales aliados Alexander y Clark se enfrentaban a Kesselring, quien estaba haciendo un extraordinario trabajo en la defensa de Italia, conteniendo y retrasando el avance enemigo en inferioridad numérica y bajo total superioridad aérea y naval enemiga.
La idea era desembarcar varias divisiones en Anzio a espaldas de la Línea Gustav de forma que obligara a levantar la Línea y retroceder hacia Roma. El desembarco se haría en forma simultanea con un masivo ataque frontal a la Línea intentando la Commonwealth, los franceses, los polacos y los norteamericanos abrirse camino hacia el valle del Liri, y una vez en el Liri, hasta Roma.
Cassino era un pequeño pueblo italiano a orillas del río Rápido en el centro de la Línea Gustav, en una zona montañosa, coronado por un monte en donde se erguía una abadía y monasterio benedictino, del siglo VI.
Curiosamente, el monasterio no estaba ocupado por tropas alemanas. Las únicas unidades alemanas que cerraban el paso al Liri en Cassino se hallaban desplegadas en el pueblo, al haberse acordado por el mando germano que el monasterio era un monumento histórico y no debía ser convertido en fortaleza. Fue un error de apreciación aliado el que convirtió Monte Cassino en una fortaleza. Convencidos de que los alemanes habían fortificado el monasterio, lanzaron un terrorífico ataque aéreo sobre el mismo el 15 de febrero de 1944. En sus edificios, los únicos ocupantes eran monjes y civiles de Cassino que habían acudido a refugiarse en aquel santo lugar. (Esto no fue reconocido como un tremendo error por Estados Unidos hasta 1969).
El ataque consistió de ocho oleadas sucesivas, con 240 bombarderos lanzando casi 600 toneladas de alto explosivo sobre la abadía. Todos los edificios quedaron destruidos, y el lugar lleno de hoyos y cráteres.
Hasta el 11 de febrero, las tropas alemanas que defendían Cassino no eran Paracaidistas, sino Granaderos Panzer de la 15ª división de la Wehrmacht. Ocupaban esas posiciones desde diciembre de 1943, y no tenían intención de entregarlas a sus enemigos.
Comienzo del ataque.
Cuando se habla de Cassino todo el mundo recuerda la defensa llevada a cabo por los paracaidistas alemanes, pero sólo algunos saben que la primera fase de la defensa del área fue llevada a cabo por panzergrenadiers (Granaderos Panzer) con notable éxito.
El 20 de enero de 1944, el general Clark ordenó que la 36ª División de infantería norteamericana junto a elementos de la Guardia Nacional de Texas, intentaran cruzar el río Rápido. Clark había asumido que habría pérdidas elevadas, pero nadie imaginaba la carnicería que se produjo. Durante horas, la artillería estadounidense y su aviación táctica castigaron las posiciones de la 15ª Panzergrenadier (que además estaba incompleta porque algunos de sus elementos habían sido llamados como refuerzos en otros sectores del frente). Confiados en que el castigo habría sido terrible para los defensores, los infantes dejaron sus posiciones y comenzaron a preparar el cruce del río con lanchas de asalto.
Cuando buena parte de las tropas norteamericanas estaban en esta tarea, los granaderos panzer, que habían sabido cobijarse durante los bombardeos, abrieron fuego con armas automáticas y morteros. En pocos minutos, en la orilla sur del Rápido se amontonaban los muertos y heridos norteamericanos. Fue una carnicería tal, que sin ni siquiera haber alcanzado los puntos de cruce y abordado sus botes, los asaltantes ya sufrían un 25% de bajas (más de 500 muertos).
Sólo unos pocos pelotones y compañías incompletas alcanzaron la orilla norte, pero una vez allí, quedaron aislados buscando cobijo desesperadamente ante el aluvión de fuego que se les venía encima y no pudieron consolidar la cabeza de puente.
A pesar de las terribles pérdidas, el general Clark ordenó volver a intentar el cruce, asumiendo que los defensores alemanes también habrían sufrido pérdidas difíciles de reponer y ordenó un segundo intento de cruce la noche del día 21 al 22 de enero.
Amparados por la oscuridad, a pesar de las terribles bajas, un batallón completo consiguió alcanzar la orilla enemiga y tender dos puentes, pero los alemanes, dándose cuenta de que con los puentes operativos llegarían rápidamente refuerzos y perderían sus posiciones, contraatacaron en mitad de la noche. Apoyados por cañones bien atrincherados que disparaban directamente contra las posiciones estimadas enemigas, los granaderosgranaderos pulverizaron a los estadounidenses. Fue tal la matanza que del batallón, que sólo sobrevivieron algunas compañías incompletas que para salvar la vida tuvieron que retroceder nuevamente hasta la orilla sur abandonando los puentes y el material.
El general Frido von Senger preguntó a la 15ª Panzergrenadieren por la situación y si podrían resistir el ataque enemigo. La respuesta fue: "Los destacamentos de asalto del enemigo que cruzaron el río han sido aniquilados". El Congreso de los Estados Unidos ordenó una investigación de lo sucedido creándose una Comisión de Investigación poco después de terminar la guerra. La Comisión exoneró al general Clark.
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